25 de Mayo: relatos y festejos de la Revolución que cambió la historia
Hoy celebramos 214 años que el Cabildo Abierto de Buenos Aires daba el primer paso hacia la independencia argentina.
Hace 214 años, en el Cabildo Abierto de Buenos Aires se daba el primer paso hacia la independencia: la formación del primer gobierno patrio a través de la Primera Junta presidida por Cornelio Saavedra y liderada intelectualmente por uno de sus secretarios, Mariano Moreno.
Los hechos harto conocidos, sin embargo, siguen siendo interpretados y festejados según la mirada de cada época. Veamos algunas de esas miradas.
Ya desde la Asamblea del año XIII (1813), el 25 de mayo fue declarado fiesta cívica nacional. Aquella Asamblea Constituyente que había empezado a sesionar a partir del 31 de enero de aquel año, tuvo la misión de ordenar legalmente la nación naciente y unificar a las Provincias Unidas en una sola identidad patriota.
Se realizó una gran fiesta en la Plaza de la Victoria (actual Plaza de Mayo), alrededor de la Pirámide de Mayo construida a las apuradas en 1811 para festejar el primer aniversario de la Revolución.
Beruti relata en sus Memorias Curiosas sobre los discursos de autoridades civiles y eclesiásticas, los sorteos de premios entre los numerosos vecinos asistentes y los desfiles militares, pero lo que sobresale es el recuerdo sobre la quema de objetos que aludían a la dependencia española y monárquica abolida, tales como la hoguera o los instrumentos de tortura.
Para ese espíritu independentista de 1813 fue fundamental colocar los primeros símbolos de esa nueva nación: el himno, el escudo y, cómo no, las primeras fiestas conmemorativas como el 25 de Mayo. Necesidad surgida al calor de consolidar el sentir nacional ante las batallas que en ese mismo momento enfrentaban al Ejercito del Norte dirigido por Belgrano contra los realistas de Tristán que venían desde el Alto Perú.
En un salto en el tiempo, nos detenemos en el 25 de mayo de 1836, primer año del segundo gobierno bonaerense de Rosas. Los aires habían cambiado, la independencia declarada y consolidada abrió el debate y la lucha facciosa por el proyecto de país que debía erigirse, unitario o federal, gobierno central o federación. Este conflicto que duró décadas, desde 1820 hasta al menos 1860, tiñó la mirada de aquel año en el cual Rosas como Restaurador de las Leyes priorizó las premisas de su gobierno: orden y lealtad, pero también soberanía.
Rosas brindó un discurso en el cual ponderó la Revolución de Mayo como el primer acto de soberanía nacional para evitar la anarquía. Sin embargo, para el gobernador no fue una rebelión ni una sublevación sino un acto de grandeza y lealtad a la corona española, que acéfala por los sucesos en Europa necesitó de la formación de gobiernos provisionales para mantener el orden y la autoridad que la monarquía había conferido a sus posesiones. Eran tiempos de poner en valor la unidad de las provincias y el lugar preponderante de Buenos Aires heredado de épocas virreinales.
La Mirada que llegó al Centenario
En artículos anteriores, hemos recorrido la historia de políticos-militares que participaron de las batallas de la independencia, todos los cuales fueron honorificados con el nombre de alguna calle porteña. Precisamente, este honor en la capital se centra en una perspectiva con dos puntos fuertes que fueron reivindicados a fines del siglo XIX y en la primera década del siglo XX y se cristalizaron en los festejos del 25 de Mayo de 1910: por un lado, la importancia como mitología de origen de los militares que lucharon en las batallas independentistas y, por otro, el lugar esencial que tuvo Buenos Aires y su elite ilustrada en el desarrollo y la victoria de la Revolución.
El relato heroico del 25 de Mayo fue iniciado con las interpretaciones de Bartolomé Mitre, presidente nacional de 1862 a 1868, y Vicente Fidel López, diputado y ministro en las décadas de 1870 y 1880. Ambos hicieron las veces de primeros historiadores de una generación de intelectuales que, con luces y sombras, buscaron construir la identidad nacional bajo la idea de una patria preexistente en las ideas liberales de la ilustración porteña y la fortaleza de las milicias y cuerpos armados que defendieron el proceso revolucionario. Una visión que le otorgó un débil rol a las provincias y un pobre lugar al pueblo como multitud agitadora y fácilmente conducible.
Es con esta mirada, que el Centenario de Mayo fue festejado durante la presidencia de Figueroa Alcorta con tintes aristocráticos -al punto de invitar a la Infanta Isabel de Borbón como forma de recomponer la relación entre las familias tradicionales de la Argentina y la herencia española- y un desfile militar de gran pompa. Si bien participó muchísima gente, el estado de sitio declarado previo a los festejos por el creciente conflicto obrero fue un signo de época, dando evidencia de la profunda división económica, política y cultural entre la elite y el pueblo.
Una visión distinta para el Bicentenario
La mirada sobre los hechos y héroes del 25 de Mayo se mantuvo a lo largo del tiempo en la Argentina, tan honda fue la inserción de la iconografía y el relato histórico del mitrismo. La visión militar incluso le fue ganando terreno a la significación y festejo civil.
En 1964, hace 60 años, los diarios La Nación y La Prensa daban cuenta de la celebración como una conmemoración al Ejército Argentino y su valor patriótico. Años de golpes de estado y fuerzas armadas como tutores de una democracia restringida petrificaron el festejo.
Sin embargo, la vuelta de la democracia con visiones renovadoras de los acontecimientos de 1810 permitió, a partir de la década de 1980, una nueva perspectiva histórica. Desde un punto de vista de historia social y acompañado de un contexto de reivindicación de la participación ciudadana en la vida política nacional, el 25 de Mayo comenzó a ser desacralizado como mero festejo militar. De esta forma, se empezó a ponderar la participación popular y su rol en las decisiones de 1810. Historiadores como Gabriel Di Meglio aportaron nuevas miradas al respecto.
Aunque con retraso por los distintos avatares de la historia reciente argentina, finalmente en el Bicentenario de 2010 una nueva mirada plebeya sobre la Revolución de Mayo dio lugar a un festejo masivo y popular, donde multitudes se juntaron a mirar no desfiles militares, sino actos culturales y artísticos alusivos. En aquel año se priorizó una perspectiva soberana y regional en que los distintos pueblos sudamericanos se hermanaban en su historia y su lucha anticolonial.
Catorce años después, conmemorar el 25 de Mayo es recordar no solo la conformación de nuestro primer gobierno patrio, sino también al pueblo siendo partícipe de la discusión sobre su destino, entendiendo la libertad como acto de igualación de sus ciudadanos y de independencia ante potencias extranjeras.