Historia en las calles de Villa Ortúzar ¿Quién fue Girardot?
Continuando con el recorrido de las figuras históricas que nombran las calles del barrio, hoy daremos unos pasos por la memoria y el legado de Atanasio Girardot.
La ciudad de Buenos Aires está llena de homenajes a héroes fundamentales en el nacimiento de nuestra nación… y también de otras naciones. Es así que los nombres de algunas calles inmortalizan a personajes trascendentales de la historia latinoamericana, que con el paso del tiempo deben ser revisitados para no perder el recuerdo de sus proezas.
Si bien en los carteles de señalización aparece Girardot, oficialmente el nombre completo de la calle es Atanasio Girardot. Se extiende desde el límite sudeste del barrio, en las vías del tren Gral. Urquiza, hasta el límite oeste de Villa Ortúzar en la Avenida Combatientes de Malvinas, donde concluye sin seguir camino en otro barrio. Su nombre lo recibió a través de una Ordenanza Municipal en el año 1904, no registraba hasta ese entonces otra denominación.
¿Y por qué Girardot?
Así como cerca del centenario de la Revolución de Mayo se homenajearon a héroes y próceres nacionales, también se enaltecieron figuras de las luchas independentistas de toda Sudamérica, sin las cuales no habría sido posible la consolidación de nuestra libertad y nuestra patria. Allí surgen los laureles del coronel Atanasio Girardot, un abogado criollo convertido en militar que participó en las primeras batallas insurreccionales de la Nueva Granada, hoy Colombia, y de Venezuela.
Nacido en 1791 en Antioquía, actual departamento colombiano que en ese entonces formaba parte del Virreinato de Nueva Granada, Manuel Atanasio Girardot Díaz era hijo de un comerciante y minero de oro, el francés Louis Girardot, y la antioqueña María Josefa Díaz de Hoyos.
Al igual que ocurrió con próceres nacionales como Manuel Belgrano y Juan José Castelli, que pasaron de las letras a las armas en los momentos decisivos de la revolución, Girardot tuvo un giro en su vida del mismo tipo. Siendo aún muy joven y apenas recibido de bachiller de derecho en 1810, se encontraba en servicio militar en el batallón de infantería auxiliar de Santafé cuando surgió la insurrección de la Confederación de Ciudades Amigas encabezada por Cali, en contra del gobernador realista Miguel Tacón y Rosique, conocido como «el tirano de Popayán».
La vorágine revolucionaria iniciada el 20 de julio de 1810 llevó a que Girardot, junto con otros muchos criollos, abrazara la causa patriota granadina, y participara de diversas batallas contra los realistas, siendo la más importante la del Bajo Palacé en 1811 en la cual se derrotó finalmente al gobernador Tacón. También fue parte en luchas internas dentro de la propia revolución: entre aquellos que defendían un proyecto centralista, del cual fue parte Girardot, y los federalistas.
Sin embargo, el hecho que terminó encumbrando a Girardot como héroe revolucionario y que, al mismo tiempo, lo llevó a la inmortalidad aconteció en 1813, cuando apenas tenía 22 años. En 1812 había caído la Primera República venezolana y al año siguiente Simón Bolívar inició la llamada y tan reconocida «Campaña Admirable» para recuperar su capitanía.
Para ello, el 28 de febrero de 1813, el Libertador Bolivar pidió ayuda a la Nueva Granada y el Congreso le envió el cuarto batallón de la Unión, comandado por el ya teniente coronel Atanasio Girardot, que ocupó rápidamente la vanguardia del ejército logrando importantes victorias.
Gracias al avance de Girardot, Bolívar pudo ganar Valencia y luego tomar Caracas a partir de la decretada «Guerra a Muerte», que implicó arriesgadas y audaces estrategias militares. Sin embargo, el realista Monteverde, perseguido por Bolívar, que parecía debilitado, logró reunir fuerzas por mar y azuzar levantamientos en distintos poblados que desgastaron al ejército bolivariano.
Girardot se había quedado ocupando la retaguardia, pero ante la pérdida de posiciones, recibió la orden de Bolívar para avanzar hacia Puerto Cabello a fin de retomar la iniciativa. Allí se dio la Batalla de Bárbula, en la que se consiguió ganar la posición a los realistas aunque a un elevado costo. Ese 30 de septiembre de 1813, mientras Girardot intentaba fijar la bandera neogranadina victoriosa en el territorio reconquistado fue alcanzado por una bala de fusil que atravesó su corazón.
El impacto de esta muerte en Bolívar fue profundo, debido a la lealtad y eficiencia mostrada por Girardot, por lo cual dictó un decreto de honores pocas veces visto: ordenó que su cuerpo regresé a Antioquía para recibir descanso en su tierra natal y que su corazón (sí, su órgano, justo el tocado por la bala) fuera llevado como reliquia a la Catedral de Caracas para recibir el más alto homenaje.
De esta forma, Atanasio Girardot se convirtió en héroe de dos naciones, Colombia y Venezuela. Y su nombre quedó perpetuado no sólo en un conocido estadio de Medellín, sino también en tierras lejanas como las porteñas, que honran su memoria con una calle en Villa Ortúzar.