¿Se podría haber evitado la caída de árboles en la Ciudad?
Organizaciones no gubernamentales y profesionales coinciden que la poda reiterada por calendario debilitó buena parte del arbolado.
La tormenta de viento que azotó a la Ciudad de Buenos Aires el pasado domingo por la madrugada provocó la caída de más de 600 ejemplares y miles de ramas, desperdigadas por plazas, parques, veredas y calles porteñas.
Todavía quedan restos de ramas, árboles y estructuras afectadas que siguen obstruyendo la vía pública y se ven cuadrillas trabajando en algunos barrios pero es tanta la cantidad que las autoridades porteñas informaron que les llevará una semana o más terminar el trabajo.
En este contexto, uno de los grandes interrogantes que se hacen vecinos y distintas agrupaciones defensoras del medio ambiente es el motivo que generó tantas pérdidas, entendiendo que los vientos y ráfagas de más de 100 Km/h calaron más hondo de lo que se podía prever.
Mientras usuarios/as de redes sociales compartían fotos y videos, la ONG «Basta de mutilar nuestros árboles» difundió un mensaje que viene repitiendo hace tiempo: «No a la poda».
María Angélica Di Giacomo, fundadora del grupo ciudadano, Basta de Mutilar nuestros árboles, explicó en un vivo de su cuenta de Instagram @bastademutilar que «la poda mal hecha, poco profesional y sin un plan de preservación, disminuye la vida de los ejemplares y quita los beneficios que aporta una follaje frondoso».
«La poda influye negativamente porque, mal hecha, produce heridas en el árbol que luego les provocan enfermedades. Por ejemplo, se pudren por dentro o se ahuecan y los hace más vulnerables al viento. La energía de los vientos se disipa primero en las hojas, luego en las ramas secundarias (las más chicas), en las primarias (las más grandes) y finalmente en el tronco. Un árbol sin follaje queda vulnerable a los vientos», explicó.
Tambien según señalo al diario La Nación, Carlos Roberto Anaya, ingeniero agrónomo arbolista, certificado por la Sociedad Internacional de Arboricultura (ISA) y presidente de la Asociación Civil de Arboricultura, recorrió distintos barrios empezando por Caballito, Recoleta y Núñez y explicó que le generó una sensación similar a los destrozos en New Orleans de 2005 por el huracán sufrido.
“Cuando se generan vientos de más de 60 km por hora, cualquier estructura vertical se puede caer. Sin embargo, en la recorrida me llamó la atención encontrarme con mayoría de ramas arrancadas y hasta árboles caídos sanos, verdes, arrancados, desarraigados. Entonces uno se pregunta cómo es posible. Y la respuesta aparece en la poda frecuente, excesiva e indiscriminada que sufren los árboles de la ciudad”, explicó Anaya responsabilizando en cierta medida al Gobierno de la Ciudad y empresas a cargo de la poda en su momento.
Coincidiendo con Di Giacomo, Anaya afirmó que podar árboles de manera sistemática, solo por cumplir lo programado, genera un despojo de los servicios ambientales que ofrece, dejándolos más débiles y vulnerables ante tormentas como las del fin de semana pasado.
Desde la organización “Basta de mutilar nuestros arboles” por su lado exige que las podas se realicen en función de las necesidades y no por calendario programado ya que advierten que las podas realizadas superan las 70.000 por año, a razón de 20 o 30 por día en la Ciudad.
Además, argumentan que “los árboles que más resistieron fueron aquellos que no fueron podados”, principalmente porque los viejos no tienen esas heridas de poda que sí tienen los nuevos, porque el follaje frondoso puede resistir mejor el golpe de los vientos.