La Confitería del Molino reabrió sus puertas con visitas guiadas
Desde julio, la Experiencia Molino, invita a recorrer el mítico edificio de Rivadavia y Callao en tours gratis. En su 107° aniversario vuelve a lucirse tras cinco años de trabajo del equipo de restauradores, que esperan con ansiedad la reapertura definitiva.
En el marco de los festejos del 107 aniversario de su apertura original, la Confitería del Molino presentó la semana pasada el nuevo esquema de visitas guiadas llamada «Experiencia Molino» en la que ofrece, hasta fin de año, tours guiados semanales para mostrar los avances de su puesta en valor.
El edificio y confitería se inauguraron en 1916 bajo la dirección del arquitecto italiano Francisco Gianotti. Sus 7.500 metros cuadrados distribuidos en cinco pisos y tres subsuelos fue expropiado en 2014 y transferido al Congreso de la Nación en virtud de una ley votada por este mismo cuerpo legislativo. Se creó entonces la Comisión Bicameral Administradora del Edificio encargada de su restauración.
La visita para apreciar los trabajos, terminado en un 80%, concluye con un café de cortesía en la mítica confitería conocida como «tercera Cámara» por su proximidad al Congreso de la Nación.
La Experiencia Molino podrá realizarse todos los martes y jueves en el mítico edificio de avenida Rivadavia y Callao a las 10 y a las 14 horas, así como también el último sábado de cada mes a las 10 y a las 13 horas, previa reserva a través de la web oficial www.delmolino.gob.ar .
«Ya no tendremos aperturas circunstanciales, sino que de aquí en más -y por lo menos hasta fin de año- va a estar siempre abierto con esta modalidad de visitas con inscripción previa», dijo a Télam Ricardo Angelucci, secretario administrativo de la Comisión Bicameral Administradora que en 2018 tomó a cargo las tareas de puesta en valor este Monumento Histórico Nacional.
Se estima que unas 1.500 personas al mes podrán recorrer las instalaciones del edificio de estilo Art Nouveau porteño. El nuevo cronograma estable de visitas se debe al gran interés del público cada vez que el edificio abrió sus puertas, y se confirmó la semana pasada cuando en 40 minutos se cubrieron todos los cupos de julio.
Las inscripciones se reabren a fin de cada mes para una nueva tanda de visitas que permiten recorridos más personalizados junto a guías que forman parte del equipo de restauración, quienes están dispuestos a responder preguntas.
Además de los salones y la confitería, los visitantes pueden conocer ahora el subsuelo -donde se producían las tortas, dulces, masas y panes- y la azotea con vista a la propia cúpula y la del edificio del Congreso.
Asimismo, en cada nivel están en exposición objetos históricos que fueron encontrados por los arqueólogos urbanos o donados por la comunidad -como las máquinas amasadoras del primer subsuelo o la colección de delantales donados por una ex empleada de la planta baja- así como fotos colocadas en el preciso lugar donde fueron tomadas cinco años atrás para admirar el antes y después.
La Experiencia Molino finaliza con la posibilidad de saborear un café como lo hicieron tantos parroquianos durante los 81 años de funcionamiento de la confitería.
«Sentarse a tomar un café es un lujo que nos permiten algunas empresas privadas que han querido colaborar, que son las que de forma gratuita ofrecen el servicio de cafetería», dijo Angelucci.
Cuando será la reapertura
Con respecto a la esperada reapertura de la Confitería del Molino, que funcionó hasta 1997, Angelucci explicó que si bien «en los próximos meses estaríamos en condiciones de poder reabrirla, porque la puesta en valor está prácticamente 100% terminada», resta aún «resolver el tema de la concesión» a una empresa privada capaz de explotar una confitería de las características de la original.
«Nosotros, como comisión administradora, teníamos la obligación de poner el edificio en condiciones de ser concesionado, luego la explotación correrá por cuenta de una empresa privada y el proceso (para otorgarla) nos excede, pero creemos que muy pronto se resolverá», agregó.
Tambien, se espera que hacia fin de año, se produzca la inauguración del Centro Cultural y el Museo de Sitio que se construyen en diferentes pisos, dos espacios que serán incorporados al recorrido guiado.
El Museo permitirá «poner a la vista de la sociedad todos los objetos encontrados en el edificio», que han sido previamente identificados, clasificados, registrados, acondicionados e investigados por el taller de arqueología de la Comisión que recuperó toda clase de implementos «desde recetas hasta sifones, pasando por moldes y envases de tortas o budines».
Desde la comisión se invita a la población a continuar participando activamente de este proceso acercando fotos u objetos. «Hay que recordar que fue un edificio privado que no tenía la obligación de contar su propia historia, ni de escribirla o documentarla, por eso el otro gran trabajo que estamos haciendo es recuperar la memoria a través de lo que nos cuenta la gente y de los elementos históricos que nos van acercando», dijo Guillermo Rubén García, asesor de Patrimonio Cultural de la Comisión.
En ese sentido, aún falta reunir la información para reconstruir piezas como las 14 esculturas que le faltan al frente y que en teoría representaban las provincias argentinas que existían cuando la inauguración, pero que en algún momento fueron retiradas por riesgo de caída, con final incierto. «Hasta no tener información fidedigna ni fotos de detalles, nos sabremos qué atributos tenían y no las podremos reconstruir», agregó García.
En qué estado estaba ante de la restauración
Angelucci recordó que cuando recibió las llaves, el estado era deplorable y 4 de sus 12 departamentos estaban intrusados por ex inquilinos a los que habían dejado de cobrarle el alquiler por el estado de abandono en que se encontraban las viviendas, con humedad, goteras y constantes cortes de agua y luz.
Tras cinco años en obra, hoy el edificio Del Molino luce como en su etapa inaugural: su cúpula de ocho vitrales, sus esculturas de leones alados, su remate aguja, su marquesina, su azotea de mirador privilegiado donde se instalará un «roof top bar» (bar de altura), sus ornamentos en mosaiquismo, molduras y aspas, un conjunto que muestra su mejor versión por las noches, cuando el vidrio se ilumina y las paletas comienzan a girar.
La Ley 27.009 dispuso que «el subsuelo y planta baja deberán ser concesionados como confitería, restaurante, pastelería o cualquier uso afín», mientras que el resto del inmueble albergará «un museo dedicado a la historia de la confitería» y «un centro cultural a denominarse ‘De las Aspas’ dedicado a difundir y exhibir la obra de artistas jóvenes».