La historia en las calles de Villa Ortúzar: ¿Quién fue Ballivián?
Al caminar hacia el oeste del barrio, nos encontramos con calles de breve recorrido pero cuyos nombres encierran historia y pasiones de la Patria Grande que valen la pena recordar.
La calle Ballivián ocupa dos cuadras y media al extremo bien oeste de Villa Ortúzar, entre la Avenida Combatientes de Malvinas, que es límite con el barrio Parque Chas, y la calle Mariano Acha. En su breve tramo contiene dos escuelas, el Bachillerato a distancia Adultos 2000 y el Instituto Educacional Duayén con educación inicial, primaria y secundaria.
Es una calle corta en el barrio de Villa Ortúzar que continúa en Parque Chas. No tuvo un nombre anterior, por lo cual lleva la misma denominación desde 1904 cuando se marcó su trazado.
El nombre Ballivián resulta un poco ajeno a nuestra memoria histórica. Tal vez se deba a que su origen no proviene de la historia argentina sino que deriva de la historia de un país hermano de nuestro continente, Bolivia. José Ballivián fue presidente de la nación boliviana entre los años 1841 y 1847, ejerció un gobierno con tintes personalistas pero en el plano económico fue liberal, ordenó la actividad minera y de exportación de Bolivia. Su obra fue reconocida por su pares liberales en Argentina, por lo que a principios del siglo XX denominaron con su nombre a una calle porteña, en el barrio de Villa Ortúzar.
¿Por qué es recordado Ballivián?
Ballivián es recordado en la historia boliviana por comandar la victoria en la trascendental batalla de Ingavi en 1841, la cual implicó la defensa de la soberanía boliviana del Gobierno del Perú y su reinicio como República.
Fueron tiempos convulsionados y de reordenamiento político, en especial en la zona del altiplano y el pacífico, en la que Perú y Bolivia se debatieron entre la unión o la separación de ambos países durante la década de 1830 hasta 1847, cuando se firmó finalmente el Tratado de Paz y Comercio.
Yendo a los orígenes de José Ballivián Segurola, su nacimiento se dio en el año 1805 en la ciudad de La Paz, que por aquellos años aún era capital de la Gobernación Intendencia de La Paz perteneciente al Virreinato del Río de la Plata. Miembro de una familia aristocrática, José Ballivián fue nieto de Don Sebastián de Segurola que había sido intendente de La Paz entre 1781 y 1789.
Huérfano de padre a los 9 años, Ballivián aceleró los pasos de su maduración. A los 13 años se inició en la carrera militar, en pleno desarrollo de la guerras de independencia contra el Imperio Español.
Por su raíz aristocrática y ligada a la institucionalidad virreinal, se incorporó al ejército realista en 1817. Sin embargo, en 1821 cambió de lado y luchó por la independencia americana bajo las órdenes del General José Miguel Lanza, uno de los más importantes caudillos militares de la revolución boliviana, quien lideró la toma de La Paz en 1825 y declaró la independencia de Bolivia.
Con la emancipación boliviana consumada, se inició a partir de 1826 un proceso de luchas internas entre proyectos personales de distintos líderes militares y de proyectos de invasión y vinculación entre Bolivia y Perú. Este período anárquico, de marchas y contramarchas políticas, con constantes golpes y reformas de gobierno, puso en jaque la soberanía boliviana.
En este contexto, Ballivián se enlistó en la fuerzas del General Santa Cruz, otro importante caudillo de la revolución que tras la muerta de Lanza en 1828 tomó un rol preponderante al punto de ser designado por el Congreso presidente de Bolivia en 1829.
Bajo el mando de Santa Cruz, Ballivián participó de la campaña del Perú entre 1835 y 1836. En aquellos años Perú estaba sumida en el caos, con una interminable guerra facciosa por el gobierno. Una de las mismas lideradas por el Gral. Orbegoso solicitó a Bolivia ayuda militar para «pacificar» a Perú a cambio de organizar una asamblea para unir ambas naciones. Santa Cruz, quien seguía las ideas bolivarianas de la Patria Grande, estaba de acuerdo con este proyecto por lo cual envío 5000 soldados, entre ellos Ballivián.
Tras aplastar la guerra civil peruana, en 1836 nació la breve Confederación Perú-Boliviana con Santa Cruz como «Protector Supremo».
Sin embargo, esta situación creó nuevas luchas intestinas e incluso la oposición del gobierno de Chile y de la Argentina liderada por Rosas, que le declaró la guerra en 1837 debido al recelo que generó este superestado norteño.
El aumento de la tensión llevó a la disolución de la confederación en 1839 tras la derrota en Yungay ante fuerzas chilenas y peruano-restauradoras, con la posterior caída de Santa Cruz y la instauración de un nuevo gobierno boliviano encabezado por José Miguel de Velasco.
Volviendo a Ballivián, su lugar secundario en estos acontecimientos daría un vuelco en 1841, cuando se alió al General peruano Agustín Gamarra a fin de invadir Bolivia y derrotar al débil gobierno de Velasco. No obstante, en un acto de traición o de pragmatismo político según desde donde se vea, Ballivián se proclamó nuevo presidente de Bolivia y enfrentó en Ingavi a las fuerzas de Gamarra que lo habían ayudado a derrocar al gobierno anterior. Su victoria le permitió legitimarse en el poder y reiniciar el proyecto liberal pero bajo un mando férreo y personalista.
Si bien se caracteriza al gobierno de Ballivián como autoritario, durante su presidencia se sancionó una nueva Constitución bajo la cual fue electo presidente constitucional en 1844 y se creó el actual himno boliviano. Reordenó el territorio creando el Departamento de Beni y las provincias de Inquisivi y de Ingavi. En el orden económico, restableció el crédito público, creó bancos de rescate minero en Chichas, Oruro y La Paz, e impulsó la minería y el comercio exterior de coca y guano.
Si bien su gobierno logró estabilidad y cierto progreso, su personalismo fue sancionado con un golpe cívico militar en 1847 que lo expulsó de la presidencia. Se exilió en Río de Janeiro hasta su muerte en 1852. Sus restos fueron repatriados en 1893 y su historia fue revalorizada en el siglo XX, tanto en su tierra como en una calle de nuestro barrio.