La historia en las calles de Villa Ortúzar: ¿Quién fue Heredia?
En este recorrido conoceremos brevemente al hombre que le dio su nombre a una de las calles más extensas del barrio de Villa Ortúzar.
En cada paseo diario tenemos la posibilidad de transitar por un pedacito de nuestra historia. Cada nombre de esas calles que caminamos todos los días, poseen los ecos de algún personaje histórico y de luchas pasadas que, al recordarlas, nos hacen repensar nuestro presente.
Heredia recorre con orientación sur a norte todo el barrio de Villa Ortúzar, lo cruza por completo bordeando las dos plazas barriales, la Plaza 25 de Agosto y la Antonio Malaver. Antes de recibir su actual nombre, se llamó «5 Estaciones». Recién en 1895 fue renombrada por la Municipalidad de Buenos Aires, en reconocimiento al militar y gobernador tucumano Alejandro Heredia.
¿Y qué hizo Heredia para este reconocimiento?
En 1788, en la antigua y populosa ciudad de San Miguel de Tucumán nació Alejandro Heredia. Estudió derecho en el Colegio de Nuestra Señora de Loreto, en la ciudad de Córdoba, doctorándose en 1808. El joven Alejandro, como otros próceres recordados en esta sección, fue seducido por las ideas independentistas y la posibilidad de tejer un nuevo destino para nuestra patria.
Aunque su protagonismo comenzó siendo escaso, tuvo un progresivo ascenso que hubo de encumbrarlo como uno de los principales gobernadores de la década de 1830.
En este punto, para ser ordenados a riesgo de ser algo esquemáticos, podríamos decir que su vida estuvo atravesada por dos procesos fundamentales: primero, las luchas por la independencia nacional durante la década de 1810; y segundo, por las luchas internas por la organización del país, cumpliendo un importante rol en las fuerzas federales contra el unitarismo.
Al estallar la Revolución de Mayo de 1810, Heredia se apresuró a incorporarse al ejército patriota y el 1º de enero de 1811 fue promovido a teniente del Regimiento de Dragones del Perú del Ejército Auxiliar que combatió en las provincias del norte. Sin embargo, con este cuerpo Heredia fue vencido en la famosa batalla de Huaqui el 20 de junio de aquel año por las fuerzas realistas lideradas por José Manuel de Goyeneche.
Esta terrible derrota significó la pérdida transitoria de las provincias norteñas y el relevo y juzgamiento de Heredia y sus superiores, como José Castelli y los coroneles Díaz Vélez y Viamonte, que durante un año no pudieron seguir combatiendo.
Tras esta primera experiencia negativa, la carrera de Heredia se recompondría. En 1812, con el nuevo gobierno conformado por el Primer Triunvirato de las Provincias Unidas, volvió a la lucha como ayudante del coronel Díaz Vélez, tomando parte del combate de Nazareno, en enero de1812.
Luego de algunos éxitos en batalla fue ascendido a ayudante mayor de Dragones y participó en la batalla de Tucumán de septiembre de 1812. La victoria le valió ser parte del Ejercito del Norte bajo el mando de Manuel Belgrano y combatir en Salta en febrero de 1813, y en importantes contiendas como Vilcapugio, Ayohúma, Puesto del Marqués, entre otras, logrando un ascenso a sargento mayor y finalmente a teniente coronel en 1817, siendo destacado por el mismísimo Belgrano.
Hasta aquí una carrera militar que logró remontar al paso de la consolidación independentista. Sin embargo, al calor de las batallas fue estableciendo vínculos con muchos políticos y militares -ambas funciones iban de la mano en aquella época- que lo introdujeron en los eventos facciosos de la década de 1820. Relaciones con el General Paz, el caudillo salteño Güemes, el gobernador cordobés Bustos y varios más lo acercaron a los debates sobre qué modelo de gobierno era necesario para la Nación. Junto a los debates, también vinieron las acciones y la función pública.
En esta segunda etapa de Heredia, se destaca su participación en el motín de Arequito en 1820, en el cual militares y altos mandos del Ejercito del Norte se negaron a obedecer al Directorio para volver a Buenos Aires a fin de participar en la guerra entre unitarios y federales. Heredia no sólo se acopló a la sublevación liderada por el General Paz sino que aprovechó la ocasión para volver con algunos hombres a Tucumán con el objetivo de sumarse a las tropas de San Martín en la campaña al Alto Perú. Pero las propias disidencias y oposiciones en la vecina Salta no se lo permitieron.
Heredia volvería a ocupar un lugar relevante cuando se incorporó al Congreso el 10 de diciembre de 1824, durante la corta y conflictiva presidencia de Rivadavia, ejerciendo su cargo hasta el 7 de febrero de 1826 como diputado por Salta. Fue duro opositor al unitarismo rivadaviano y a decisiones como el abandono de la Banda Oriental frente a Brasil por parte del gobierno nacional.
Sus ideas federales lo convirtieron en un defensor de su provincia, lo cual lo llevó a ganar la elección para la gobernación tucumana en 1832. Fue un hábil político que tejió alianzas con caudillos como Ibarra de Santiago del Estero y Facundo Quiroga de La Rioja, sabiendo cooptar el liderazgo de las provincias del norte, repeler conspiraciones unitarias e incluso apoyar independencias provinciales como la de Jujuy frente a Salta en 1833.
Estos actos junto a políticas de desarrollo social como la fundación de escuelas públicas y bibliotecas, la promoción de la medicina, la organización de la policía urbana y rural, la instalación del correo oficial, entre otras, le valieron la denominación de «Protector del Norte».
Su asesinato, el 12 de noviembre de 1838, en un punto llamado Los Lules, distante 3 leguas de Tucumán, de camino a su finca, puso fin a su existencia. Fue atacado por una partida armada encabezada por el comandante Gabino Robles, opositor unitario a su gobierno.
El cadáver permaneció dos días abandonado, hasta que fue encontrado y enterrado con gran pompa en la capital provincial. Como tantos próceres argentinos, la corta, destacada y agitada vida de Heredia es recordada con su nombre en una calle porteña de Villa Ortúzar.