Los infectólogos advierten sobre la distensión de los cuidados
Los especialistas advirtieron que el relajamiento de la población de las medidas de prevención, genera preocupación.
El infectólogo Ricardo Tejeiro expresó “Estamos en franco descenso. Pero hoy recibimos muchísimos más casos para hisopar que hace quince días”. Contó que en el hospital Pirovano, en el barrio de Coghlan donde trabaja, las consultas crecieron. “El 80% de los casos que vienen a hisoparse es por contacto estrecho, porque hicieron una reunión familiar o porque tuvieron un cumpleaños”.
Sostuvo que el crecimiento de los hisopados voluntarios responde al relajamiento de las conductas preventivas: nombró específicamente el uso del tapabocas y la falta de higiene frecuente.
“Por supuesto que habrá segunda ola, como en todo el mundo”, dijo Elisa Estenssoro, jefa del Servicio de Terapia Intensiva del Hospital San Martín, en La Plata, y expresidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (Sati).
“No hay posibilidad que no llegue. Además de que la gente está relajada, hay vacaciones y mucho movimiento de personas. El asunto es que vamos a ir a una segunda ola, pero desde una cantidad de casos alta, de una meseta como la actual en la que los contagios bajan muy lentamente. En estos días hubo 7.000 casos diarios otra vez. Es un descenso que debería ser mucho más marcado para poder hacer frente a la segunda ola”.
“La curva viene bajando, pero muy lentamente, tendría que estar bajando más rápido”, señaló por su parte el infectólogo y asesor del gobierno, Eduardo López. “El hecho de que no tenga un número más bajo de casos significa que el virus sigue circulando en la comunidad, tanto en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) como en el resto de las provincias”, dijo.
Y advirtió: “Aquel que piensa que porque vino el verano y la curva está en bajada el virus no contagia es un error”; “el aire libre no genera inmunización”; “el coronavirus en el verano tiene menos capacidad de viabilidad y menos riesgo de contagio, pero el mejor ejemplo es lo que pasó en Europa, que tuvo muy pocos casos en verano, pero cuando volvieron el otoño y los primeros fríos volvieron a subir los casos”. “si repetimos lo que está pasando en Europa, no aprendimos nada”.
Al respecto, agregó que “las manifestaciones son un riesgo que no llegan a aumentar los casos, pero que sí favorecen a que los contagios no bajen”. Encontró un patrón de ejemplo en la última coyuntura: “El otro día veía la votación por el aborto. La gente que estaba fuera del Congreso no tenía barbijo o lo usaba en la pera, y cantaba, gritaba. Cuando canta y grita se exhala o inhala mucha más cantidad de partículas que cuando se habla”.
Jorge Aliaga, investigador del Conicet, secretario de Planeamiento de la Universidad Nacional de Hurlingham, físico, ex docente en Exactas y Decano durante ocho años de la Universidad de Buenos Aires, expresó con estupor lo que vivió en los comercios de CABA. Necesitaba artículos de navidad y desconfiaba del mercado digital. En las góndolas constató el relajamiento de las normas: «me sorprendió que no había medición de temperatura ni control de aforo, no importaba cuántas personas entraran. Estaba completamente relajado el control de ingreso a un lugar cerrado y masivo”.
“Me parece preocupante. Son los lugares que más contagian y se va generando en la gente una idea de falsa normalidad. Porque la realidad es que los casos continúan. Es cierto, tenemos menos contagios pero seguimos teniendo todavía una cantidad importante. No estamos en una situación donde no haya transmisión. Sin casos ya no queda ninguna provincia. Estamos lejos de una situación en la que siquiera tengamos una parte del país con el virus controlado”, expresó.
Durante nueve meses la gente mayormente se cuidó, algunos dejando ver su cansancio mediante expresiones en redes sociales por el encierro y la falta de trabajo, pero se puede decir que se cumplió en general. Cuando el invierno concluyó, el pico pasó y la curva epidemiológica empezó a caer, el asunto perdió trascendencia.
Los políticos dosificaron sus intervenciones. Los ministerios de Salud, tanto de Nación como Ciudad y los jurisdiccionales, espaciaron sus reportes. Las provincias comenzaron a flexibilizar actividades ante la demanda de diferentes sectores y la caída de la economía.
Con el paso del tiempo, los contagiados y sus muertos parecieran que, ahora, importan menos. Pero los hay -en menor medida -, con la estacionalidad como compañera, con el fin del aislamiento estricto y la asfixia económica-, pero sigue muriendo gente todos los días y aunque la esperanza de la vacuna está cerca, no hay que relajar tanto ni descuidarnos para que la segunda ola, que inevitablemente llegará, sea lo menos perjudicial posible para todos y todas.