Trabajadores de hospitales denuncian colapso del sistema sanitario porteño
La agrupación Hospitales de Ciudad de la Asociación de Trabajadores del Estado denunciaron «renuncias de personal colapsado y salarios por debajo de la línea de pobreza»
En conferencia de prensa este viernes por la tarde referentes de la agrupación Hospitales de Ciudad de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) denunciaron el «colapso sanitario, de los trabajadores y trabajadoras en los nosocomios porteños.
«Las y los trabajadores de la salud queremos denunciar las renuncias del personal de salud, las malas condiciones laborales, como así los bajos salarios de quienes estamos en la primera línea en la lucha contra el Covid-19», señalaron.
Asimismo, indicaron: “En este contexto que nos toca atravesar como sociedad, solo en CABA hemos perdido a 20 compañeros a causa de este virus”. A su vez, muchos hospitales continúan con faltantes de material de protección sanitaria y hasta fallas graves en la infraestructura hospitalaria, y más de 1.000 renuncias”.
Remarcaron que “nuestra vida también peligra” y advirtieron sobre el estado del sistema sanitario en el distrito a cargo de Horacio Rodríguez Larreta.
Rodolfo Arrechea, coordinador de la Mesa Nacional de Salud de ATE (Asociación de Trabajadores del Estado) y secretario general del Hospital Rivadavia en la Ciudad, se refirió a la grave situación del sistema sanitario a través del portal ate.org.ar.
¿En qué situación está el sistema de salud público en la Ciudad de Buenos Aires frente a la segunda ola de COVID-19 que azota la ciudad?
«Nosotros empezamos la pandemia en marzo del 2020 con una cuarentena temprana, criticada por muchos sectores, pero que fue crucial. Porque hay que tener en cuenta que en la Ciudad de Buenos Aires el 20 de marzo nos agarró con 600 camas menos de los hospitales de la ciudad, que sería como si hubiesen cerrado el Durand y el Santojanni. Entonces, hubo que poner de pie a todos los hospitales y al sistema de salud» indicaron.
En CABA, señalaron «aparte de la acción direccionada por el gobierno porteño para eliminar esas camas en los hospitales generales de agudos, resistimos una iniciativa de cerrar hospitales con el famoso 5×1, que luego fue 3×1 y que también la pandemia ayudó a que esas decisiones no se pudieran sostener».
A eso, continuaron » se sumó la ausencia de políticas de recursos humanos, con faltantes de más de 5 mil enfermeros en los hospitales porteños. No teníamos elementos de protección, barbijos, no había camisolines hidrorrepelentes… Como ATE, participábamos del Comité Operativo de Emergencia (COE) y desde ahí se fueron monitoreando todos los recursos que se necesitaron para ir equipando los hospitales y para generar y hace llegar respiradores a todo el país. Se armó una sala de situación que estaba conectada a todas las terapias intensivas de los hospitales públicos y clínicas privadas».
«Hoy, esta segunda ola nos encuentra con un Gobierno de la Ciudad que todo el tiempo hizo hincapié en mayores aperturas, mientras en los hospitales tuvimos 500 trabajadores en todo el país que perdieron la vida por estar en la primera línea, trabajando las 24 horas con un altísimo nivel de estrés porque se eliminaron las vacaciones, las licencias, los francos.
Mientras gran parte de la población circulaba, adentro de los hospitales había otra Argentina. Pero no es culpa de la población. Los que tienen que determinar y llevar acciones adelante para modificar las conductas sociales tienen que ser los gobiernos.
En el caso de la Ciudad, se apostó a priorizar el movimiento en detrimento de la salud de la población. Y ahora nos encontramos con una situación muy diferente a la del año pasado. Porque esta segunda ola tiene un nivel de contagio muy importante. En la unidad febril del Hospital Rivadavia el año pasado atendíamos 60 personas por día; hoy hay un promedio de 340 personas que se hisopan diariamente. De cada 10 personas testeadas, entre 5 y 6 dan positivo y tenemos la Terapia del hospital colapsada, con 100 por ciento de sus camas ocupadas. Se agregaron 15 camas en la Guardia para que funcionen como Terapia. Y las 4 camas de Unidad Coronaria están siendo utilizadas también por pacientes con COVID.
Una cama de Terapia ocupada por un paciente COVID tiene un promedio de ocupación de 20 días, y ahí está la mayor complejidad que estamos teniendo. Al igual que el Rivadavia, el Hospital Fernández está con un 100 por ciento de ocupación; lo mismo ocurre en el Durand, que tiene la Terapia Intensiva colapsada; en el Ramos Mejía tienen más de un 92 por ciento de ocupación.
Y a esta situación de los hospitales públicos se agrega, además, el hecho de que el sistema privado tiene entre un 92 y un 100 por ciento de las terapias ocupadas. La mayoría con respiradores.
En la Ciudad de Buenos Aires, con 200 kilómetros cuadrados, la apertura de la escolaridad presencial implicó una sobrecarga del sistema de transporte público de un millón de personas más, entre docentes, auxiliares, padres y alumnos. Esta es una de las explicaciones por las cuales ya no podemos hablar de “curva”, sino de crecimiento exponencial, en forma vertical, del nivel de contagios de la población.
Hubo 5.000 contagios entre los padres, docentes, auxiliares y alumnos en el distrito, un porcentaje altísimo. Lo único que vence a un virus –y esto fue así en la historia de la humanidad– es la vacuna. Es allí donde hay que poner la fortaleza de un Estado, contra las patentes y para que podamos construir la soberanía sanitaria.
Nosotros hemos empezado la campaña “Volver a Carrillo” como manera de asumir el desafío para que, cuando esta pandemia pase a otra instancia, no se vuelva a desatender el sistema público de hospitales y de salud.
Porque ha quedado demostrado que ahora tiene que haber una nueva mirada, una nueva intervención de los Estados, donde la salud pública pase a ser una prioridad para enfrentar esta pandemia y las que vengan. El gobierno nacional empezó la pandemia con un sistema de salud debilitado, sin ministerio, con un sistema de vacunación que dejó vencer millones de vacunas contra el sarampión, que suprimió las vacunas del meningococo para mayores de 11 años y dejó sin mediación gratuita a nuestros adultos mayores. Fue sobre estos parámetros que hubo que hacer frente a la pandemia.
Entonces, estamos librando la lucha, por un lado, ante un enemigo invisible que es el virus y que derrotaremos en la medida en que podamos vacunar a la población», señalaron los trabajadores en la conferencia de prensa.