La pequeña Nina y su jacarandá de la plaza «La Copita»

La pequeña Nina y su jacarandá de la plaza «La Copita»

Cuando muere un ser querido es difícil sobreponerse y la angustia nos persigue por un tiempo, pero cuando muere un niño y si ese niño/a es tu hija, se convierte en una de las más devastadoras experiencias que cualquier padre puede enfrentar. A veces ese dolor se transforma en enseñanzas y acción.

La pequeña Nina ya en la panza de mamá sufría de una cardiopatía congénita compleja. Ante la triste comunicación, Eliana y Adrián, sus papás, decidieron seguir adelante con el embarazo, conscientes de lo que implicaba. A sus apenas once días de vida Nina pasó por su primera operación. Sin garantía de sobrevida por los médicos de Fundación Hospitalaria, la pequeña luchadora se aferraba a la vida y logró salir adelante con toda su valentía. Muchos días internados los tres, hizo conquistar el corazón de todo el personal hospitalario con su alegría. Todo transcurría con normalidad, pero en una lenta recuperación le descubren que tenía Síndrome de Noonan.

A pesar de transitar casi todo su breve tiempo entre nosotros con internación domiciliaria, Eliana y Adrián, le brindaron a su pequeña la mejor vida posible, una vida digna. Nina disfrutaba de los espacios verdes del barrio. Iba con sus papás o su enfermera domiciliaria a jugar al Parque Sarmiento y a la plaza “La Copita” donde caminaban el recorrido para ir a buscar a su hermanito a la escuela.

Eliana, su mamá, le contó a periódico Comuna 12 a quien brindó esta nota “A Nina le encantaba sentarse en un lugarcito en el pasto de «La Copita» a mirar el cielo, siempre hacía lo mismo”.

La pequeña Nina contemplando el cielo

Luego de la segunda operación, su salud se complica con un virus intrahospitalario y fallece el 1º de marzo de 2018, a sus dos años y medio.

Es exactamente en ese lugar de “La Copita” donde Eliana y Adrián deciden plantar en su homenaje un jacarandá, ya que la canción de María Elena Walsh que lleva ese nombre, era su favorita. “Con su enfermera domiciliaria la cantaban y juntaban semillas del jacarandá tambien en Parque Sarmiento con la idea de plantarlas en el futuro”, nos contó Eliana.

Como una jugada del destino o ¿una señal? vaya uno a saber, luego se enteran que la plaza donde a Nina le encantaba tirarse en el pasto a contemplar el cielo, se llama oficialmente “Plaza 1º de Marzo de 1948”, la misma fecha que Nina partió. Eliana afirma que no le parece una casualidad y estoy convencida que no lo es.

Ese cielo tan celeste que hoy la abraza como su nuevo hogar y desde donde Nina seguramente mira cada 13 de agosto (día de su nacimiento) a su familia homenajearla junto a su jacarandá, ese que tanto vecinos y chicos que juegan allí a la pelota cuidan y custodian, cual gendarme a su tierra.

El día que partió hubo una suelta de globos que parecen dirigirse juntos hacia la luz

Hoy, cerca de un nuevo aniversario de su nacimiento sus papás decidieron donar un banco de plaza para colocar junto al jacarandá y una pequeña placa recordatoria con su nombre. Desearían poder sentarse allí cada 13 de agosto a celebrar su paso por la vida, esos momentos únicos de risas y juegos que vivieron juntos.

La manos entrelazadas de su papá Adrián y de Nina hoy son un tatuaje en su pecho

Cuenta Periódico Comuna 12, que se contactaron con el comunero Nicolás Spinelli y es quien está abocado a poder cumplir el deseo de Eliana y Adrián.

A pesar de que nada puede hacer desaparecer el dolor de la pérdida de un hijo/a, ni llenar el lugar en sus corazones, puede ayudar, como hacen estos padres admirables, a transformar ese dolor en un homenaje continuo de los hermosos momentos que compartieron juntos; las risas, los llantos, su energía, su valentía, sus primeros balbuceos, sus cumpleaños, esos instantes diarios que a veces los padres no prestamos atención y dejamos escapar por vivir envueltos en una vorágine continua.

Ojalá este 13 de agosto podamos homenajear a esta pequeña guerrera que en su corto paso por la vida dejó tantas enseñanzas en su familia y junto al banco de plaza y su jacarandá miremos al cielo para celebrarla y en ella, celebremos la vida.

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