LLega «Naesqui» a Villa Ortúzar, una apuesta cultural de Ignacio Iraola en el barrio que lo enamoró
Este martes 11 de junio abre sus puertas al público «Naesqui» y Villa Ortúzar Periódico conversó con Ignacio «Nacho» Iraola, ex director editorial de Planeta y unos de los hacedores de un espacio que busca convertirse en centro de resistencia cultural y de encuentro con la lectura.
En una esquina emblemática del barrio, frente a la plaza 25 de Agosto, los vecinos vieron con alegría como esa linda casona de Charlone al 1400 no iba a ser una torre más. El cartel que avisaba «Próximamente «Naesqui- libros, café y talleres» no dejaban lugar a dudas que se convertiría en un lugar de disfrute para todos. Llegó la hora en que Naesqui abrirá sus puertas dejando entrar la mejor energía a un espacio cultural que promete revolucionar Villa Ortúzar.
Incluirá una tienda de libros, un café, talleres y salas para presentaciones. Tambien proponen sacar los libros a la vereda y conjugar charlas con lecturas y música en la histórica plaza 25 de agosto. Por lo pronto este martes Naesqui abraza al barrio y arrancan con un taller a la tarde de Tamara Tenembaum y otro a la noche de Javier Sinay. Durante el día el genial Miguel Rep va a estar ilustrando el frente, pintando algunos angelitos como una especie de protectores de Naesqui.
Villa Ortúzar Periódico conversó con uno de sus dueños, Ignacio Iraola, para conocer cómo surgió la idea y porqué decidió dejar la dirección editorial de Planeta, la editorial con mayor influencia en el mundo de habla hispana, para abrir en tiempos de recesión, un espacio cultural en Villa Ortúzar.
– Tu relación con los libros ya viene desde hace mucho
Yo empecé a trabajar en el interior de la Editorial Planeta a los 18 años. Entré como cadete y fui asistente de prensa, jefe de prensa, gerente de marketing, director editorial y después director editorial del Cono Sur durante 16 años. Publiqué más de 6000 libros. Fui muy feliz publicando libros.
No creo que haya mejor trabajo en el mundo que ser “publicador” de libros. Me niego a decir editor. Para mí editor es el que edita y corrige al libro. Tampoco me gusta la palabra en inglés, “publisher”, que es el que decide la publicación, prefiero decir publicador. Es un laburo que te enriquece a vos pero a la vez trabajas con gente interesante. Yo creo que la cultura hace bien, es un alimento para lo más importante que tenemos en el mundo que es el coco.
– Dejar atrás la editorial ¿fue tu decisión?
Si, si, gracias al presidente de Planeta, Gastón Etchegaray, que es un amigo, que entendió que hay un cierto desgaste, dí un paso al costado y la empresa por suerte lo entendió. En tantos años, vi lo placentero que es trabajar con Juan José Becerra, con Fabián Casas, Gabriel Rolón, Felipe Pigna, Camila Sosa, con… ¡qué se yo!. Con los mejores editores del mundo con los que trabajé, con Juan Forn, que falleció y que fue mi mentor. Pero que se yo.. necesitaba otra cosa.
Es una decisión que en muchos casos tiene que ver con la vida. Me iba a laburar entre las 9 y las 10 de la mañana y a veces no volvía hasta las 2 de la madrugada. Porque tenía la presentación de un libro, el coctel, después a comer con el autor y así, le estaba agregando mucha energía al laburo.
¿Y cuánto hace que vivís en Villa Ortúzar?
Desde 2008, antes vivía a 10 cuadras en Colegiales. Durante la pandemia tuve más tiempo para disfrutar de mi mujer y mi hija que es chiquita. Cuando nació la beba, y nos dimos cuenta que íbamos a ser tres, la verdad no quería perderme su crecimiento. Fuí muy feliz con mi hija y mi mujer en este barrio espectacular ese tiempo de pandemia. Y esa alegría se refleja en su rostro al relatarlo.
– Y cuando redescubriste el barrio… ¿Qué te sucedió?
Me enamoré del barrio. Me di cuenta que había otra vida. Conocí y me hice muy amigo de muchísima gente en la pandemia en el barrio. Pero no, está cosa de amistad medio superflua, que la gente que se ve dos veces y dice “es mi amigo”. No, no, hice mucha amistad que tiene que ver con los chicos. O sea, mi hija en la pandemia cumplió dos años. En mayo del 2020. Y el único lugar que tenías para ir con los chicos era la plaza. Y en la plaza me encontré con un montón de padres. De hecho, mis socios en el café son gente que nos hicimos amigos en la plaza.
–¿Cuántos socios son?
Somos cuatro. Tengo tres socios: Pablo Slonimsqui (abogado), Paula Salischiker , es la ex directora fotográfica de Sábado (suplemento de La Nación) y su pareja Alan Kritzer, un capo en logística. Él fue el de la idea de tener helado tambien ¡che, loco! estamos en la esquina de una plaza, ¿Cómo no vamos a tener helado? nos dijo. Y ¿sabes cómo se va a llamar el helado? Naescream (risas).
–Ellos, ¿son del barrio?
Dos sí y el otro es de Palermo, pero es un enamorado de este barrio. Cuando empezamos a pensar este sueño con Pablo y cómo se iba a llamar le pusimos Naesqui por “esquina” al revés. Pero también porque somos Nacho y Slonimsqui. Sería entonces la naesqui, la esquina, NAesQUI Nacho y Slonimsqui! Tanto juego de palabras provocó nuestras risas.. Con Pablo empezamos a armar el sueño que fue, primero adquirir la propiedad, hacer todas las reformas y después nos asociamos con Paula Salischiker y Alan Kritzer, para la explotación del café.
Las reformas las hicimos con el estudio Bruto arquitectos. Sebastián Bruto, Santiago Tolcachier. Realmente han hecho una optimización del espacio al centímetro, al detalle, para que todo entre justo, porque si bien es una linda esquina, el espacio interno, es importante
–¿La idea surgió originalmente como centro cultural?
Siempre fue pensado como un centro cultural. Cuando vos sos editor tendés a pensar que la librería y el hecho de ser librero es como tu “Copacabana”. Y honestamente no es así. El oficio del librero es un recontra oficio. Y no se adquiere fácilmente. Y entre que lo adquirís o lo intentas adquirir te pones las cosas de sombrero. Entonces siempre fue una librería, un café y un espacio cultural con talleres pagos y actividades gratuitas que también vamos a tener.
– ¿Ya tienen una programación?
Comenzamos con una programación de siete talleres a cargo de Tamara Tenembaum, Jorge Consiglio, Leticia Rivas, Javier Sinay, como escritores. Después estamos laburando un taller de joyería. Tenemos una charla gratuita con Miguel Rep y Pedro Saborido.
–Con respecto a Rep te quería preguntar sobre la intervención que va a realizar en el espacio.
Miguel Rep es uno de los cinco mejores amigos, sino el mejor. Es mi hermano. El que me dejó el chiste de los libros. Y Miguel, muy generoso, se ofreció a ilustrar parte de lo que es la fachada. En el interior tenemos un mural hecho por Nacha Vollenweider. Ella nos intervino los baños, y aparte también nos hizo un mural adentro del living. Ella es una novelista grafica muy talentosa.
–¿Por qué un Centro Cultural en Villa Ortúzar?
Mira, porque, honestamente, después de 30 años de laburar en cuestiones culturales. Trabajé pura y exclusivamente con libros, pero me considero alguien que laburó en lo que tiene que ver con la cultura. un gestor cultural. Yo creo que la cultura hace bien. Y si bien hay cosas acá en Ortúzar, no había algo de la magnitud que nosotros queremos instalar.
Queremos traer más cultura a Villa Ortúzar porque creemos ciegamente desde Naesqui, que la cultura, los libros, las charlas, el debate, no solamente son cosas que hacen bien a la cabeza. Son centros de resistencia también. Y cuando hablo de resistencia no hablo de política. Son centros de resistencia donde uno se encuentra con quien quiere. Uno puede estar abducido tratando de comprar un libro, leyendo, tomando un café, estando en su mundo o yendo a escuchar a alguien dar una charla. Esa es la resistencia de la que hablo, yo no hablo de política.
Ortúzar es un barrio en donde hay muchos artistas, donde vive, que se yo, Virginia Innocenti, Juan Minujín, Daniel Melingo, Fernando Samalea. Bueno, vive Mario Pergolini. Vive Cristian Basso. Hay muchísimos directores y productores de cine que viven acá.
–Si, claro hay un movimiento cultural
Y aparte, una cosa no menor, que sin querer Villa Ortúzar se fue convirtiendo en un pequeño polo editorial. Te cuento porqué: aquí en el barrio están las oficinas de Pequeño Editor, Editorial Godot, las oficinas del FED (Festival Editorial Independiente) que se hace en el C Complejo Cultural Art Media. Está la Distribuidora Carbono, la Editorial Eterna Cadencia. Las oficinas de Estación Libro, del FILBA (Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires). Más para el lado de Belgrano R, la gente de la librería Medio Pan y Un Libro. La Editorial AZ, más cerca de Paternal, pero todavía Ortúzar. También Porter, que es la imprenta donde imprimen la gran mayoría de los independientes.
Sin querer, se fue armando sin armadura. Y se generó un pequeño polo editorial. Y yo quiero traer, en serio, un plato volador a Ortúzar. Quiero que Naesqui sea un plato volador. O sea, aprovechar todo.
–Te cuento que el barrio está muy expectante..
Lo sé. Esto es para el barrio de Villa Ortúzar. Esa esquina podría haber sido una torre. Y lejos de eso, respetamos la fachada, y trajimos libros, vamos a traer editores, vamos a traer cine, vamos a traer un movimiento cultural al barrio en donde podrían haber hecho una torre. Nuestra intención no es competir, sino sumarnos al ecosistema que ya está. La idea es que se convierta en un polo cultural.
Ví una mancomunión muy hermosa en este barrio cuando se paró la torre de la Plaza Malaver. Se hizo un festival, del cual yo participé en el armado. Es un barrio de pie en el buen sentido. Unido. Un barrio en el cual nos miramos a la cara y nos saludamos.
Ya nos estamos empezando a creer como demasiado especiales los ortuceños… Pero realmente hay una cosa especial, porque es un barrio que está a pocas cuadras de Belgrano R, de Colegiales, de Chacarita, de Paternal y de Urquiza. O sea, es un barrio, como una isla, también. Y ahí vamos.
Y lo que sí es muy importante. Tenemos enfrente de Naesqui una plaza. La tentación es convertir esa plaza en la plaza del libro. ¿Me entendés? Aprovechar ese espacio. Ojalá el Gobierno de la Ciudad nos pueda acompañar, cortar las calles, hacer un festival, traer escritores para hablar pero no para Naesqui, sino en la plaza. Nos gustaría aprovechar las noches de verano y hacer algo para la comunidad de Villa Ortúzar gratuito. Allí pueden estar 2000 personas en el mismo momento. Yo quiero esa plaza llena de gente escuchando a Fabián Casas, a Camila Sosa Villada, a Gabriel Rolón, a Pedro Saborido, a Mariana Enrique, a Leila Guerriero, etc.
–Una revolución cultural made in Ortúzar sería..¿Y para empezar qué talleres van a brindar?
Arrancamos con siete talleres de martes a domingos de 9 a 19 hs. Habrá una actividad mensual, como la librería queda en 14 de Julio y Charlone vamos a hacer tambien “Grandes Charlones en Naesqui”.
–¡Ah, genial!
Vamos a arrancar con una charla gratuita para el barrio este jueves. De la dupla Miguel Rep y Pedro Saborido. Para mí, independientemente de mi cercanía con ellos, dos de los tipos más brillantes que hay en este país. Y la idea es hacer uno de estos “Charlones en Naesqui” por mes.
En junio arrancamos con Rep y con Saborido, “RS”. Y vamos a ver con qué venimos en julio donde vamos a tener también una linda oferta para pibes ya que vienen las vacaciones de invierno y siempre es el mes de ellos. Tenemos la cercanía de los chicos de Coufequín, de Tico y Carla.
–¿No habrá inauguración oficial?
Estamos abriendo muy cerca de la finalización de la obra, con lo cual, queremos acomodarnos en el lugar. Ver que todo esté bien. Ojalá acompañe todo. Es un momento de mucha incertidumbre. En el cual la cultura estuvo como en tela de juicio. Lo ideamos, en el primer año de pandemia con Pablo en un momento en el cual no podía haber nada y estamos abriendo ahora que es un momento realmente complejo a nivel país. Pero yo creo que la vamos a dar vuelta. Como dijo Dittborn en el mundial del 62 en Chile. (dirigente del futbol chileno) “Como no tenemos nada, haremos todo”. (risas)
Vamos a esperar que pase un poco el frío, tomar posesión del lugar, hacerlo nuestro y a partir de eso sí hacer una inauguración oficial. Además, para eso tenemos que invitar a muchísima gente, escritores, editores, periodistas, muchísimos libreros, es mucha gente. Entonces queremos estar acomodados. abrir, probar, ver qué necesitamos y ahí si hacer una gran fiesta con amigos.
Mirá yo fui feliz haciendo libros. O sea, yo me divertí. me reí mucho laburando en Editorial Planeta. Fui muy feliz y acá quiero lo mismo. Me di cuenta con el tiempo, con la edad. Yo entré a Planeta a los 18, tengo 52. Que hay que elegir mejor la gente, las amistades, y mejor la gente con la que uno quiere trabajar y el equipo que armamos es hermoso. Es un buen equipo, si me apurás es el mejor equipo que integré. Así que estoy muy contento con eso. Venimos a… ¡A poner en valor algo que está pasando! O sea, hay una librería. Hay dos editoriales. Tres editoriales. Hay distribuidoras. Hay de todo.
O sea que Naesqui como espacio cultural viene como a resaltar...
A resaltar todo eso que ya está pasando acá. Y ojalá el barrio lo entienda y lo milite. Y venga. Y se cope. Y lo cuente. Y salgan más cosas y aparezcan otras librerías y aparezcan otros cafés. Y que vengan a dar charlas. Y que podamos hacer quilombo. (risas) En el buen sentido.