Tuberculosis: El Hospital Muñiz tuvo que agregar una sala de internación por el aumento de casos graves
La falta de atención durante la pandemia explica el 40% de aumento de consultas que llegan al Muñiz.
Muchas personas creen que la tuberculosis (TBC) es una enfermedad del pasado o tienen la inquietud de saber si todavía existe o fue erradicada. La respuesta es sí, todavía existe, y puede propagarse de manera silenciosa, enfermar crónicamente y llevar a la muerte.
Testigo de esto, es el Hospital de Enfermedades Infecciosas Francisco Javier Muñiz que, en los últimos días, se vio obligado a abrir una sala extra por el fuerte crecimiento de las internaciones por tuberculosis.
Las consultas por síntomas compatibles con la TBC crecieron alrededor del 40 por ciento si se las compara con las que llegaban al hospital antes de la pandemia. Así Lo confirmó a Diario Z, Domingo Palmero, (M.N. 44471) jefe de la División Neumotisiología del Hospital Muñiz, docente de la UBA y de la Universidad del Salvador, y consultor de la Organización Mundial de la Salud.
Palmero dirige el Instituto de Tisioneumonología Vaccarezza, un centro de referencia que funciona en el Hospital Muñiz.
“Estamos internando casos muy graves, con múltiples localizaciones de la enfermedad. Tengo 40 años atendiendo tuberculosis y cuando yo estudiaba, el profesor nos mostraba un caso de éstos como una excepción. Hoy ya no nos asombra nada”.
asegura Palmero
“Cuando hablamos de tuberculosis, tenemos que diferenciar la prepandemia y la pospandemia, suponiendo que ahora estamos en esa etapa. Desde 2012 en adelante, los casos de tuberculosis vienen subiendo.
Dónde se presentan más casos
La mitad están concentrados entre la Ciudad y el conurbano, donde la gente va y viene. También hay muchos casos en Salta y Jujuy. Hasta la pandemia, la incidencia de casos venía subiendo de manera progresiva, con unos 12 mil casos anuales. Con la mortalidad, pasó lo mismo, en los últimos años subió levemente. Hasta la pandemia.
Palmero explica el aumento de la TBC porque “la vulnerabilidad ha ido aumentando progresivamente desde la crisis de 2001, con altibajos”.
¿Y qué pasó en la pandemia?
Comenzó el aislamiento, la gente se quedó en casa, el sistema de salud estaba abocado a Covid y el resto de las patologías pasaron a un segundo plano: oncológicos, cardiovasculares y, entre ellas, la tuberculosis. La gente tenía miedo de ir a los hospitales por temor a contagiarse. Eso se tradujo en falta de consultas, abandono de tratamientos y hasta errores de diagnóstico. Hubo casos de personas que tenían tos, se acercaron al centro de salud, los hisoparon y les dio negativo. Los síntomas continuaron y, tiempo después, empezamos a ver casos graves. Cuando se terminó el aislamiento, los pacientes empezaron a volver.
¿Cuál fue el impacto en el Muñiz?
Nosotros teníamos una sala de tuberculosis de varones y una de mujeres. El centro de internación para esta patología se llama Pabellón Koch, pero durante la pandemia fue remodelado para covid. Son 150 camas. Ahora el covid ha caído notablemente, pero hoy por hoy se pobló de tuberculosis. Tuvimos que abrir dos salas de tuberculosis de varones, que han llegado a estar llenas.
¿Son casos graves?
Lo más llamativo, además de la cantidad de casos, es que son casos graves, gravísimos, formas diseminadas de la enfermedad que avanzó durante todo un año de pandemia. Las consecuencias son terribles. La OMS denunció que el año pasado hubo un aumento mundial de muertes por tuberculosis, alrededor de 100 mil más.
Ahora, seguramente este año y el año que viene se va a ver el verdadero aumento de los casos de tuberculosis.
En marzo de este año, una organización que se llama Alto a la Tuberculosis, que depende de la ONU, sintetizó en una frase lo que está pasando: en 12 meses de pandemia, el control de tuberculosis en el mundo se retrasó 12 años. Es un problema global, no sólo argentino.
Más allá de las complicaciones en la pandemia, ¿por qué aumentan los casos de tuberculosis desde hace 10 años?
El problema es que muchos piensan que es una enfermedad del pasado. Pero la tuberculosis está asociada a la vulnerabilidad social, y la vulnerabilidad ha ido aumentando progresivamente desde la crisis de 2001, con altibajos.
Hay sectores para los que una tos en la familia es el último de los problemas. Siguen adelante porque sus problemas son otros. En los sectores medios, una tos crónica o fiebre derivan rápidamente en una consulta.
El perfil de paciente que nosotros internamos es gente en situación de calle, gente que no tiene familia o que por diversos problemas son dejados de lado, hay mucha adicción a drogas también. Ese es un factor que complica el tratamiento porque la única prioridad del adicto es consumir, lamentablemente recaen y dejan de tratarse. Entonces tenemos pobreza, adicciones, vulnerabilidad en general. Es la población que mayoritariamente atendemos.
¿El crecimiento de casos no tiene que ver con falta de vacunación?
La tuberculosis tiene un problema. La única vacuna que existe es de 1921, la BCG cumplió 100 años. Es una vacuna que protege sobre la meningitis tuberculosa y las formas diseminadas, pero no tanto sobre las formas pulmonares. La protección es del 60 por ciento. Una población vacunada con la BCG va a tener menos casos, pero no significa la erradicación de la enfermedad.
¿Cuál es la sobrevida en casos graves?
Es muy variable. Depende de lo avanzada que esté la enfermedad y de la respuesta inmunológica. Una forma avanzada en un paciente VIH positivo tiene una alta mortalidad. En una persona inmunocompetente, tiene una expectativa de uno o dos años. En la época pre-antibiótica, un 25 por ciento de los enfermos se curaban solos, un 25 se moría en cuestión de meses, otro 25 se moría después de un año, y el último 25 por ciento quedaba crónico, eliminando bacilos y contagiando. Eso pasaba entre 1930 y 1940. Una persona que hoy no se trata es como si estuviera en esa época. Estamos viendo que las personas con tuberculosis contagiaron mucho a su núcleo, tenemos un control de foco que hacemos desde el hospital. El problema es que esta enfermedad muchas veces no es sintomática, pero contagia. Es muy difícil de erradicar.
¿Es posible entonces que haya un mayor reporte de tuberculosos en los próximos años?
Sí, definitivamente. No lo digo yo, lo dice la OMS. En el predio del Muñiz funciona un instituto de Tisioneumonología, el Vaccarezza. Allí la atención de pacientes con tuberculosis en el primer año de la pandemia cayó a la mitad. Y ahora está subiendo. Llegan para hacer la consulta y a muchos hay que internarlos. Estamos internando casos muy graves. Nos asombra. Tengo 40 años atendiendo tuberculosis. Cuando yo estudiaba, el profesor nos mostraba un caso de éstos como una excepción. Son casos muy graves, con múltiples localizaciones de la enfermedad, con meses de evolución. Es grave el tema.
Lo que vemos en el Muñiz y en el Vaccarezza es un 40 por ciento más de pacientes, como mínimo. Los que se internan, son casos graves. La tuberculosis, por lo general, no requiere internación y su tratamiento es ambulatorio.
Es la realidad que estamos viviendo y probablemente esto tendremos que aguantarlo un par de años más. Argentina tiene un excelente sistema de control de tuberculosis, el primero en América Latina, y hay disponibilidad de drogas. El problema es que con la pandemia se formó un iceberg que ahora va emergiendo.
¿Qué mensaje le da a la población para fomentar la prevención?
El mensaje es: la tuberculosis existe, no es una enfermedad del pasado. Tos, catarro y flema que dure más de 15 días tiene que motivar la consulta al médico, quien a su vez también tiene que comprender que la tuberculosis existe. En el colectivo médico, sobre todo en el área privada, tienen la idea de que la tuberculosis es una enfermedad rara. El área metropolitana, la Ciudad y el conurbano, es el área más preocupante.
Fuente: Diario Z